
Solo resuenan ahora los dulces acordes de aquella olvidada guitarra, mientras el sol se funde en la noche dejando solamente un triste hálito de vida en las calles.
Nada puede retroceder el tiempo; los desgarradores pasos caminados y las dolorosas palabras ya dichas se hunden en el recuerdo.
Nadie puede recuperar lo perdido; cuando las crueles garras del tiempo se cierran y los filosos colmillos de la verdad se hunden en nuestra conciencia, dejando solo una insignificante sombra de lo que una vez fuimos.
Nada esta perdido, todo juega un papel en el deplorable azar de la vida; los fracasos pasan destruyendo todo cuanto la miserable luz de la gastada luna alumbra, dejando hasta nuestras más deplorables creencias ahorcadas con la cruda cuerda de la realidad.
Nadie cambia.
Encerrados en la profundidad de nuestros pensamientos, solo logramos ahogarnos en una locura permanente.
Suenan los acordes nuevamente, anuncia la llegada de otro epidémico día de sombra.
Todo en la ciudad es silencio. Solo me queda entre la niebla el cantar de algún amor pasajero, que olvidado en el cajón de algún armario pide a gritos una inencontrable salida, una nueva ilusión, una nueva historia pasada de un yo a un nosotros.
Todo se apaga.
La misma dulce esencia que alguna vez brillaba cegadoramente en nuestro interior, se irá extinguiendo poco a poco, cuando la sangre de aquellas eternas heridas inunde de tal manera los corazones, hasta conseguir que la vela de nuestra esperanza se apague sin la más mínima posibilidad de volver a encenderla.
Nada nos sostiene.
Cuando los cimientos de nuestra pobre existencia se desmoronan tristemente y aquellos puntos de apoyo se disuelven como pasajeros espejismos, sabremos que sólo nos queda dejarnos caer y ver en que escalofriante superficie aterrizaremos.
Nada esta bajo control.
Todas nuestras acciones se ven duramente afectadas por algún avaro desconocido, que con el fin de obtenerlo todo, compra hasta el oxigeno que respiramos y logra conscientemente atraparnos en la invisible jaula de la soledad, aislándonos de todo aquello que nos recuerde a algo.
La vida pasa.
Y finalmente se va. Destruye y crea eslabones de esta cadena, sin saber que en la historia personal de cada ser, lo eslabones son irremplazables.
Que aunque destruya para luego volver a crear, nunca, jamás
podrá hacer dos iguales.
Solo me queda negrura, negrura y silencio..
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