Si alguna característica me podría definir bien es que no soy nada conformista. Es precisamente por eso que me sorprendo tanto al ver como la mayoría de las personas se conforman con la vida que “les ha tocado vivir”, terminan quedándose resignadas por las cosas que les suceden, sin darse cuenta que son consecuencia de su falta de proactividad.
Es posible que mucha gente esté demasiado influida por el condicionamiento social hasta tal punto que ni siquiera se plantean una mejor forma de vida. Es triste ver como muchísimas personas no saben lo que quieren conseguir en la vida, simplemente viven. Es muy probable que no se paren ni un segundo a pensar, reflexionar, imaginar o crear alternativas a lo que están haciendo con tu vida. Si no tienen sus propios planes, terminarán siendo un peón en los planes de los demás.
Una persona pasiva o conformista es como un barco a la deriva, son las corrientes las que dirigen su rumbo. Si la corriente es favorable, la persona estará satisfecha. Si la corriente es desfavorable, la persona se amargará, maldecirá y se preocupará porque su control sobre la situación es prácticamente nulo. Su estado emocional dependerá básicamente de la dirección del viento. En ese caso nunca llegará a su objetivo, para solucionarlo le bastará con cambiar su destino por otro que le resulte más accesible y se intentará convencer de que es ahí donde quería llegar en primer lugar.
En el caso contrario, la gente proactiva no se conforma con las cosas, está arraigada a unos propios valores y tomará conscientemente decisiones en función de sus objetivos. Buscará crear sus propias oportunidades y decidirá con criterio hacia dónde quieren llevar sus vidas. En la metáfora del barco, conseguirá dirigirlo hacia donde decida. En ocasiones el barco se moverá con la corriente y las cosas serán sencillas, pero a veces tendrá que ir en contra y deberá hacer un esfuerzo extra para corregir su rumbo. Al final, independientemente de los problemas en la dirección de las corrientes, el barco terminará alcanzando su destino.
No te limites a dejarte llevar, debes ser tú el que decida tu destino. Controla tu vida sin ser conformista. Las cosas pueden cambiar, pero para que esto suceda, debes actuar en conciencia. Pregúntate hacia dónde estás yendo y si realmente es eso lo que quieres. El destino no está escrito. Tú tienes el control.
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