Porque es la memoria de un instante irrepetible.
Porque al lado de cada imagen hay una historia personal, un sentimiento, unas circunstancias que nos llevaron allí, y no a otro lugar.
Porque nuestro cerebro, con el tiempo, deforma los recuerdos.
Al volver a la imagen, nuestra memoria, vuelve a recuperarse, a sentirse libre de hackers, de virus y extorsiones. Vuelve a ese momento, a ese lugar. Las vivencias reaparecen en “nuestro archivo escondido” y recuperamos una parte de nuestra alma.
Porque nos devuelve a nuestras raíces, a nuestra familia, a nuestros amigos, a un viaje… En definitiva: a nuestros sentimientos más íntimos. A un trocito de nuestra vida que parecía olvidado.
Si le añadimos una leyenda, podemos compartir la memoria.
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